En otros instrumentos de su familia, como el violín, la viola y el violoncelo las cuerdas se afinan por quintas ascendentes. En el contrabajo se afinan por cuartas es decir: sol re la mi.
También hay contrabajos de tres (3) y cinco (5) cuerdas. En los contrabajos de tres (3) la mas grave suele afinarse en "la" o en "sol" . En los de cinco (5) en "do" o un "si" mas grave que la cuerda
Descripción
Es el segundo y mas grave de los instrumentos cordófonos. El más grave de todos es el octabajo, que da sonidos dos octavas mas graves aún por razón de su tesitura grave, asta tiempos relativamentes recientes muy pocas veces se usaba el contrabajo como solista. El primer contrabajista virtuoso fue Domenico Dragonetti; el segundo Giovanni Bottesini.
El sonido del contrabajo se produce por la vibración de las cuerdas al ser frotadas con un arco, aunque puede también producirse pulsándolas con las yemas de los dedos, al modo del bajo eléctrico o el tololoche, técnica que recibe el nombre de pizzicato o pellizco
El sonido del contrabajo se produce por la vibración de las cuerdas al ser frotadas con un arco, aunque puede también producirse pulsándolas con las yemas de los dedos, al modo del bajo eléctrico o el tololoche, técnica que recibe el nombre de pizzicato o pellizco
Historia
Los orígenes del contrabajo se remontan al siglo XVI , época en la que ya existía un instrumento llamado violone del cual parece derivar. Sin embargo, hasta el siglo XIX no adoptó la forma y las características actuales, una combinación de elementos propios del violín y de la viola da gamba. También durante ese siglo se incorporó definitivamente a la orquesta, en la que desempeñaba un papel secundario: se limitaba a reforzar la parte del violonchelo .
Las dificultades de la interpretación derivadas de su gran envergadura
limitaron su salto a los escenarios. A pesar de todo, a finales del siglo XVIII y durante todo el siglo siguiente algunos compositores depositaron su
confianza en el instrumento, que se fue ganando el respeto de músicos y del público. Hubo que esperar a la segunda mitad del siglo XX para asistir al verdadero auge del contrabajo de la mano de instrumentistas, pedagogos y, sobre todo, del jazz, que brindó la oportunidad de lucirse en solitario y posibilitó la adopción de nuevas técnicas interpretativas.
Origen
El origen del contrabajo, el mayor miembro de la familia de la cuerda frotada ha suscitado enardecidas discusiones entre los expertos. No
existe unanimidad cuando se trata de decidir de qué instrumento deriva,
aunque sí está claro que a partir del siglo XVIII adquirió entidad
propia dentro del grupo de las cuerdas. Sin embargo, su emancipación en
el ámbito musical puede considerarse ciertamente tardía en relación a
otros instrumentos. Quizá todo ello se deba al hecho que, inicialmente,
forma, tamaño, afinación y arco –es decir, los rasgos que lo definían-
eran variables. La viola da gamba, la silueta del violonchelo o la característica forma de pera constituían algunos de los modelos tipo en los que los luthiers
se inspiraban para su construcción. El contrabajo puede definirse como
el segundo instrumento más grave de la familia de los violines, aunque
presenta notables diferencias en relación a ellos.
Su origen se remonta al siglo XVI y fue una evolución de la viola da gamba y del violone bajo.
Su gran tamaño, por aquel entonces mayor que el actual, lo dejó al
margen del cuarteto de cuerda, formado por dos violines, una viola y un
violonchelo. Hay quien afirma que el contrabajo no puede considerarse un
verdadero miembro de la familia del violín. Y es que a finales del siglo XV su forma era la del violone a corde,
el miembro más grande de la familia de la viola, que tenía unas
dieciséis cuerdas. A mediados del siglo siguiente, un intermedio
florentino compuesto por Stiggio y Corteggia dedicaba una de sus partes a
un “sotto basso di viola”, sin que pueda afirmarse si se trataba de un solo de contrabajo de viola da braccio o de viola da gamba.
A principios del siglo XVII, el musicólogo Michael Praetorius describió un instrumento de cinco cuerdas llamado violone. También conocido como contrabajo de viola da gamba
o contrabajo de violón, parece ser el antecedente inmediato del
contrabajo actual. La afinación de este enorme prototipo, que medía más
de dos metros, era similar a la del contrabajo actual. Los sonidos que
producía eran una octava inferior a los que el intérprete leía en la
partitura, particularidad que se ha mantenido hasta hoy.
Así pues, puede afirmarse que el contrabajo deriva de una combinación de elementos propios del violín y de la viola da gamba.
Del primero conserva, entre otros, las características aberturas de
resonancia en forma de “f”, la inclinación hacia atrás del mango, el
número de cuerdas generalmente cuatro y la terminación en voluta del
clavijero. De la viola da gamba, el contrabajo ha heredado el cuerpo con ángulos discretos, el adelgazamiento central y los hombros caídos.
Las características físicas que ha presentado históricamente el
contrabajo no se reducen únicamente a las propias de la evolución
temporal. Su procedencia geográfica ha marcado la existencia de diversos
modelos que todavía perviven. En general, puede afirmarse que en Alemania
se adaptó la silueta de la viola a la construcción del contrabajo. El
resultado fue un instrumento con los hombros del casco sesgados y el
fondo plano. En Italia,
en cambio, se construyeron numerosos ejemplares con esquinas propias
del violín y fondo curvo, a pesar de que siguió manteniendo la silueta
de las violas. Los contrabajos de los siglos XVI y XVII poseían
habitualmente cuatro o cinco cuerdas, aunque en ocasiones podían llegar a
tener seis. No fue hasta mediados del XVIII, en que finalmente se
estableció la afición por cuartas, que el contrabajo sucedió de forma
definitiva a los violones y violas da gambas. A pesar de ello, los
compositores no le prestaron demasiada atención durante esos siglos y en
muchas obras, como las sinfonías (hasta mediados del clasicismo), se
limitaba a imitar la parte del chelo,
doblándola a la octava grave. Su gran tamaño, así como las gruesas
cuerdas de tripa, lo hacían poco manejable. Estas cuerdas daban un
sonido profundo y estaban enrolladas en el clavijero, que entonces era
de madera de ébano.
Posteriormente, la inclusión de cuerdas más finas hizo posible la
reducción del cuerpo del instrumento y, por consiguiente, facilitó la
interpretación.
La situación del contrabajo en el ámbito musical del siglo XVIII
distaba mucho de ser satisfactoria. Esta agonía se prolongó hasta la
entrada en escena de Domenico Dragonetti (1763 - 1846),
que promovió su inclusión definitiva en la orquesta y se convirtió en
el primer virtuoso. Pese a sus enormes logros, el italiano no consiguió
ver en vida cómo el contrabajo se independizaba progresivamente del
chelo en las composiciones para orquesta, aunque sí pudo asistir a la
proliferación de sonatas, dúos y tríos específicos para contrabajo (Dúo
para viola y contrabajo de Sperger, Trío para violín, viola y contrabajo
de Haydn).
Durante los siglos XVIII y XIX el instrumento ganó notoriedad en los salones de conciertos de las principales capitales europeas
y pasó a ocupar definitivamente un lugar destacado en el ámbito musical
gracias a las innovaciones en la orquestación llevadas a cabo por Beethoven, Wagner, Tchaikovsky, cuyas composiciones le concedieron un mayor lirismo a este instrumento. En 1839, Achile Gouffe llevó el contrabajo a la Ópera de París,
escribió el primer método para el instrumento cuyo número de cuerdas
se había fijado en cuatro e introdujo notables innovaciones tanto en el
contrabajo propiamente dicho como en la forma del arco.
En los siglos XVIII y XIX coexistieron tres bajos de cuerda (a menudo
afinados en la(segunda), re(tercera) y sol(tercera)), que sobreviven en
la música folclórica de la Europa del este. Los antiguos bajos de los
siglos XVI y XVII tenían cuatro o cinco cuerdas (excepcionalmente seis).
Las orquestas de baile
modernas añaden una cuerda aguda a los contrabajos, afinada en
do(tercera). Hasta el siglo XIX los contrabajistas usaron arcos con la
vara curvada hacia afuera en relación con el encerdado; mucho después de
que fuera normal el arco curvado hacia adentro en el violín, la viola y
el violonchelo. El arco antiguo sigue en uso junto a los arcos modernos
desarrollados en el siglo XIX. Entre los virtuosos del contrabajo
debemos incluir al italiano Domenico Dragonetti, autor de conciertos,
sonatas y diversas reducciones para el instrumento, Giovanni Bottesini el virtuoso por excelencia del contrabajo, al director ruso Sergei Koussevitzky, que también ha escrito para contrabajo, y al contrabajista de jazz estadounidense, Charles Mingus.
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